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SANTA FE
04-01-2020

A un a帽o de la muerte de Fendrich: el misterio sobre los USD 3 millones

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(Villa Elisa al Dia)

2020-01-04-13:36
A un a帽o de la muerte de Fendrich: el misterio sobre los USD 3 millones y por qu茅 su familia cree que le robaron el bot铆n

El subtesorero que hace 25 a帽os rob贸 el Banco Naci贸n de Santa Fe donde trabajaba sufri贸 un ACV y un infarto mientras estaba de vacaciones en Cuba con un amigo. Nadie sabe qu茅 paso con el dinero o si escondi贸 la fortuna que se llev贸 del tesoro

Por Rodolfo Palacios
Infobae
El 19 de diciembre de 2018, Mario Fendrich muri贸 en un momento feliz de su vida. Un d铆a so帽ado, durante un paseo en La Habana, Cuba, la ciudad que a帽oraba conocer antes de morir (El Litoral de Santa Fe)
El 19 de diciembre de 2018, Mario Fendrich muri贸 en un momento feliz de su vida. Un d铆a so帽ado, durante un paseo en La Habana, Cuba, la ciudad que a帽oraba conocer antes de morir (El Litoral de Santa Fe)
El 19 de diciembre de 2018, Mario Fendrich muri贸 en un momento feliz de su vida. Un d铆a so帽ado, durante un paseo en La Habana, Cuba, la ciudad que a帽oraba conocer antes de morir. All铆, donde m谩s quer铆a vivir, los sorprendi贸 la muerte. Primero un desmayo, luego el diagn贸stico de un ACV y un infarto que se lo llev贸 a 茅l y a sus secretos. El principal: c贸mo el empleado bancario ejemplar el 23 de septiembre de 1994 cometi贸 un hecho impensado en su vida honesta. Rob贸 3.187.000 d贸lares del tesoro del banco Naci贸n de Santa Fe y huy贸 con su joven amante.

Por esos d铆as, Mario C茅sar Fendrich, el imposible empleado infiel, fue recordado por amigos y familiares como un gran hombre al que lo traicionaron las malas amistadas. Hasta sus m谩s 铆ntimos no pudieron, aun, desentra帽ar sus secretos.

-El jur贸 hasta sus 煤ltimos d铆as que no le quedaba un centavo. Que lo instigaron y hasta presionaron para que se llevara ese dinero. Gente que no era pesada pero ten铆a influencias.

Eso dice uno de los amigos que lo acompa帽贸 toda la vida. En Cuba, Fendrich habl贸 de proyectos, disfrut贸 sin saber que eran sus 煤ltimos d铆as. Hasta se meti贸 en la pileta y de noche comi贸 mariscos. Despu茅s del ACV hab铆a perdido el habla y estaba inconsciente. Su vida se fue apagando de la misma manera que cometi贸 el robo: sin esc谩ndalos, silenciosamente, solo.

Su llegada a La Habana, junto a un amigo, hab铆a coincidido con el Festival de Cine de Cuba. Fendrich no era amante del cine, aunque su caso inspir贸 una pel铆cula, Tesoro M铆o, dos emisiones de los unitarios televisivos Sin Condena y Botines. Hasta Marcelo Tinelli envi贸 a Miguel de Sel como emisario para que convenciera al ex tesorero para autorizar una pel铆cula sobre el caso. La respuesta de Fendrich no tard贸: 鈥淣i por todo el oro del mundo vendo este anonimato, esta intimidad鈥.

Hasta un mes antes de su fallecimiento, Fendrich atend铆a un local de quinielas y regalos en Santa Fe capital. Hasta hab铆a probado vender artesan铆as y cosechar frutillas. 鈥淓ra un gran padre. En la quiniela era cordial y hasta pasaba alg煤n p谩lpito, pero rogaba que de su local no saliera un ganador porque medi谩ticamente lo iban a volver loco. De hecho, fue compa帽ero de escuela de mi padre y siempre lo defini贸 como un buen tipo鈥, dice a Infobae una actriz rosarina que pidi贸 la reserva de su identidad.


"Doctora, soy Mario Fendrich. Necesito verla. Le voy a decir d贸nde est谩 la plata.Pero pasaron m谩s de 20 a帽os y hay dos versiones sobre secreto. Que su esposa y sus dos hijas saben toda la verdad. La otra versi贸n es que no lo sabe nadie", le dijo Fendrich a la fiscal en un llamado que hizo desde la c谩rcel
La fiscal Griselda Tessio, que trabaj贸 en el caso, recibi贸 la llamada en su despacho. Del otro lado del tel茅fono hab铆a un hombre ansioso. Y preso.

-Doctora, soy Mario Fendrich. Necesito verla. Le voy a decir d贸nde est谩 la plata.Pero pasaron m谩s de 20 a帽os y hay dos versiones sobre secreto. Que su esposa y sus dos hijas saben toda la verdad. La otra versi贸n es que no lo sabe nadie.

鈥淪u familia y sus amigos siempre creyeron su versi贸n, que lo apretaron para que se llevara la plata. No se saben, y creo que no se sabr谩n, muchas cosas. Algunos de los que se quedaron con ese dinero pasaron unas Fiestas muy tranquilos. No tienen la grandeza y honestidad de decir la verdad鈥, dijo un amigo de Fendrich a Infobae.

La aventura del subtesorero dur贸 109 d铆as. 驴Qu茅 hizo durante el tiempo que estuvo pr贸fugo? A煤n es un misterio. Pero hubo cientos de versiones.

Se dijo que estuvo en Paraguay, en un campo en Funes cerca de Rosario, que apost贸 parte del dinero en el casino, que compr贸 propiedades. O que pase贸 con su amante mucho m谩s joven por las playas de Brasil, donde hasta el mism铆simo Ronald Biggs, el ladr贸 del siglo ingl茅s, dijo haberlo visto. Tambi茅n se rumore贸 que hab铆a comprado estancias, que un grupo de amigos lo hab铆a estafado y que un desconocido le sac贸 el dinero para invertir en la Bolsa. Hasta se crey贸 que el bot铆n hab铆a sido enterado en el cementerio privado cuyo due帽o era un amigo que fue juzgado y absuelto, sospechado de haber sido uno de sus c贸mplices. Y se analiz贸 la posibilidad de rastrearlo abriendo tumbas.

Fendrich dio m谩s de una versi贸n sobre el robo al tesoro del banco. En un programa de la televisi贸n de su ciudad dijo que le hab铆a mentido al tribunal. 鈥淔ui presionado para hacer lo que hice, luego manej茅 hasta Rosario, repartiendo el dinero en distintas casas de amigos y no amigos. Me dijeron que me escondiera y que me iban a avisar cuando pod铆a entregarme, que iba a estar poco tiempo preso por hurto simple. Fui enga帽ado. No me qued茅 con nada鈥.

Su presunta amante nunca apareci贸.

Robo y mensaje

Fendrich era el primero en llegar a su trabajo y el 煤ltimo en irse. Sus compa帽eros del Banco Naci贸n de Santa Fe lo respetaban y sus jefes confiaban en 茅l. Pero el subtesorero no lleg贸 a la tapa de los diarios por ser un empleado ejemplar y rutinario.

El viernes 23 de septiembre de 1994, Fendrich le dijo a su esposa que despu茅s del trabajo se iba a pescar con sus amigos. Pero el plan era otro. Sin que nadie lo viera, rob贸 una fortuna del banco y se convirti贸 en el pr贸fugo m谩s buscado del pa铆s. Antes de escapar, no pudo con su prolijidad de bancario y le dej贸 una nota a su superior, Juan Jos茅 Sagard铆a:

-Gallego, me llev茅 tres millones de pesos del tesoro y 187 mil d贸lares de la caja.

驴Fue un arrebato inconsciente, el 煤ltimo intento de salvaci贸n de un desesperado o un golpe calculado milim茅tricamente? Para los investigadores, Fendrich plane贸 el robo hasta el 煤ltimo detalle.

El viernes en que se convirti贸 en un audaz ladr贸n, abri贸 el tesoro con una copia de la llave del gerente. Desconect贸 las alarmas, guard贸 la plata en una caja de madera y program贸 el reloj trigonom茅trico de la puerta de la b贸veda para que se abriera 4 d铆as despu茅s, el martes por la ma帽ana. Por 煤ltimo, se fug贸 en su Fiat Regatta rojo.

El lunes 26, el tesorero Juan Sagard铆a no pudo abrir el tesoro. Pens贸 que Fendrich hab铆a cometido un error de c谩lculos, algo que pod铆a pasar. Pero hubo una primera se帽al de que algo andaba mal: la ausencia del subtesorero, que siempre llegaba a horario y ese d铆a a煤n no se hab铆a presentado a su trabajo. Por eso llamaron a su casa. 鈥淓stoy por hacer la denuncia porque todav铆a no volvi贸 de pescar鈥, dijo angustiada su esposa.

Las autoridades del banco y la Polic铆a intentaron abrir la puerta del tesoro, pero fue imposible. Hubo que esperar un d铆a para que se develara el secreto. 驴D贸nde estaba Fendrich?驴El dinero segu铆a en la b贸veda? El martes, el misterio lleg贸 a su fin: Fendrich se hab铆a llevado 3.200.000 pesos (o d贸lares, porque era la 茅poca del uno a uno). Hab铆a dos cajas intactas que conten铆an otros 2.000.000 de pesos, pero el subtesorero las hab铆a dejado. Fendrich se llev贸 30 mil billetes de 100 pesos. Con su sueldo de 1200 pesos tendr铆a que haber trabajado 222 a帽os para ganar el dinero que rob贸 de un d铆a para el otro.

Para algunos un 铆dolo, para otros un villano

El caso gener贸 comentarios de todo tipo. Para algunos, la acci贸n de Fendrich era injustificable. Para otros, el hombre representaba una clase media postergada que hac铆a malabares para llegar a fin de mes. Un hombre gris que estaba cansado de cumplir 贸rdenes. Un empleado preso de su rutina, sin porvenir. 驴C贸mo no iba a tentarse con varios fajos de billetes?

Cuando lo llevaban a declarar, le ped铆an aut贸grafos, vitoreaban su nombre, lo aplaud铆an, le gritaban 鈥溍璬olo鈥. Fendrich no dec铆a nada. Su popularidad llev贸 a que en los diarios y revistas se hicieran sonedos de opini贸n en los que no eran pocos los que lo consideraban alguien admirable. Hasta Carlos Menem brome贸 y dijo que lo llevar铆a de compa帽ero de f贸rmula en las elecciones presidenciales de 1995.

En su momento, el diario P谩gina/12 public贸 una encuesta en la que el 20% de los entrevistados consideraba a Fendrich un personaje 鈥渟imp谩tico鈥. En un sondeo de opini贸n de la revista Noticias, el 32,5% de los consultados opin贸 que el subtesorero era un 铆dolo. Para el 56% era un ladr贸n. El 11,5% contest贸 鈥渘o s茅鈥.


El 9 de enero de 1995, un d铆a despu茅s de la tr谩gica muerte de Carlos Monz贸n, Fendrich se present贸 ante la Justicia de Santa Fe. Su estrategia fue entregarse ese d铆a porque pens贸 que el entierro de Monz贸n iba a opacarlo. Pero la noticia de su reaparici贸n comparti贸 espacio con la despedida de los restos del ex camp茅on mundial de boxeo
鈥淢ario era honesto, pero se convirti贸 en delincuente con todas las letras. Hizo lo peor que una persona puede hacer: manch贸 su apellido para siempre鈥, dijo Sagard铆a, el tesorero que recibi贸 la nota de Fendrich. El robo lo dej贸 sin trabajo: los directivos del Banco Naci贸n lo echaron por 鈥渘egligente鈥. El hombre cont贸 su verdad en un libro: El robo nacional.

Adem谩s Fendrich entr贸 en el libro Guinness de los r茅cords por ser el autor del mayor robo individual e incruento de la historia. A帽os despu茅s, un grupo de j贸venes cre贸 en Facebook el grupo 鈥淎dmiradores de Mario Fendrich鈥. En Santa Fe, hasta hace 12 a帽os, una agencia tur铆stica inclu铆a en un tour por la ciudad un paseo por el barrio de Fendrich. En un art铆culo titulado 鈥淟os h茅roes nunca se rinden鈥, publicado por P谩gina/12, Osvaldo Soriano escribi贸 que 鈥淔endrich pas贸 de ser un genio a un vulgar delincuente. Result贸 un mal mentiroso con esa historia seg煤n la cual se llev贸 la plata apretado por la mafia. Si hubiera dicho que perdidamente enamorado de una princesa tuvo que robar para indemnizar a su familia. O que robaba para la corona鈥︹.

El 9 de enero de 1995, un d铆a despu茅s de la tr谩gica muerte de Carlos Monz贸n, Fendrich se present贸 ante la Justicia de Santa Fe. Su estrategia fue entregarse ese d铆a porque pens贸 que el entierro de Monz贸n iba a opacarlo. Pero la noticia de su reaparici贸n comparti贸 espacio con la despedida de los restos del ex camp茅on mundial de boxeo.

El aspecto del ex subtesorero no parec铆a la de un pr贸fugo perturbado: estaba te帽ido de pelirrojo, se lo ve铆a m谩s gordo, ten铆a barba, luc铆a un bronceado envidiable, camisa sport y sandalias franciscanas. Su apariencia dejaba en claro que no hab铆a estado oculto bajo tierra.

Ante la Justicia, el bancario ensay贸 una coartada inveros铆mil: dijo que lo hab铆an secuestrado y que los delincuentes se hab铆an llevado todo el dinero. Nadie le crey贸. Los millones nunca aparecieron. 鈥淓ra un trabajo poco grato. La rutina a uno lo absorbe, lo atrapa y lo lleva. Nunca deb铆 haber trabajado en un banco. Ahora soy m谩s libre鈥, le confes贸 Fendrich al periodista Eduardo Parise pocos a帽os despu茅s del robo.

En el juicio oral declararon 33 testigos. Sus amigos y ex compa帽eros segu铆an sorprendidos por el mal paso del subtesorero. 鈥淓s un pingazo. Cuando 铆bamos a pescar, no quer铆a que habl谩ramos de pol铆tica y de trabajo鈥, declar贸 uno de ellos. Las autoridades del Banco Naci贸n pidieron una dura condena, para darle el ejemplo a los empleados honestos.

El 12 de noviembre de 1996, el Tribunal Oral Federal de Santa Fe lo conden贸 a 8 a帽os, 2 meses y 15 d铆as de prisi贸n por el delito de peculado. Adem谩s lo inhabilitaba de por vida para ejercer cargos p煤blicos. Para Fendrich, ese castigo era un alivio. Un amigo suyo, Rogelio Picazo, fue absuelto: estaba acusado de ser uno de los ide贸logos del robo. La Justicia estuvo a punto de excavar las tumbas del cementerio privado administrado por Picazo, 鈥淧arque de la eternidad鈥, porque sospechaba que el bot铆n estaba enterrado ah铆.

En la c谩rcel de Las Flores, en Santa Fe, el ex empleado bancario tuvo una conducta excelente. Ni en prisi贸n logr贸 salir de la rutina de oficinista: le encomendaron tareas administrativas en un aula del penal. Despu茅s de 4 a帽os, 9 meses y 20 d铆as de encierro, sali贸 en libertad condicional. La Justicia le puso varios t茅rminos que deb铆a cumplir durante poco m谩s de 2 a帽os: vivir con su familia, trabajar y no tomar alcohol. Pero hubo un requisito ins贸lito: si aparec铆a la plata robada, Fendrich deb铆a llamar a los investigadores para devolverla. La plata nunca apareci贸. Lo 煤nico que recuper贸 la Justicia son los 72.000 pesos que pag贸 el condenado por una multa que le impusieron.

A Fendrich, su paso por la prisi贸n lo hizo reflexionar: 鈥淎c谩 adentro hay m谩s c贸digos que afuera鈥, asegur贸. Ya en libertad abri贸 una peque帽a f谩brica de placas de yeso para cielorrasos y de fibra de vidrio para lanchas. Luego vendi贸 objetos de bazar.

Tiempo despu茅s, en una entrevista televisiva reconoci贸 que el robo fue planeado con un grupo de amigos en la mesa de un caf茅. Primero comenz贸 con una broma. Pero al final se ejecut贸 el golpe. 驴Esos amigos lo enga帽aron y se quedaron con el dinero? Nunca se supo. Hace 5 a帽os al medio Aires de Santa Fe, afirm贸 enigm谩tico: 鈥淢e obligaron a robar鈥.

El reposo de un jubilado

El subtesorero m谩s famoso de la historia criminal argentina lleg贸 a formar parte de una colecci贸n dirigida por Jorge Lanata para la Revista 23, en la que hab铆a sido elegido entre los 200 personajes de la historia argentina: el hombrecito gris larg贸 una carcajada al enterarse.

鈥溌縀s una joda? 驴Voy a estar entre San Mart铆n, Gardel, Per贸n y Maradona? La diferencia es que ellos hicieron cosas buenas. A m铆 no me ponen por cruzar los Andes o por ganar un Mundial. En realidad no quiero aparecer ni en una tapita de gaseosa. Hasta me cambiar铆a el apellido. Quiero olvidarme de lo que pas贸. Todo lo que se dijo es bolazo. Quiero estar tranquilo con mi familia. Escriban lo que quieran de m铆. Total, ya se dijo tanto. Mi vida no tiene nada de interesante: soy un pobre jubilado. Nunca volver茅 a dar una nota porque se lo promet铆 a mi familia鈥, dijo en 2009 al autor de esta nota antes de cortar la llamada.

Fendrich viv铆a en un barrio de clase media frente al Parque Sur de la ciudad de Santa Fe, en la calle Jujuy al 2800. Su casa era doble piso de chalet, con barandas y ventanas marrones. Seg煤n algunos vecinos, Fendrich 鈥渆ra una persona normal, que no se met铆a con nadie鈥.

鈥淐umpli贸 su pena y era un ciudadano m谩s que hab铆a logrado reconstruir su vida. El hecho ha quedado guardado en la memoria colectiva de la ciudad y por 3 o 4 a帽os la comunidad lo record贸 y hasta incluso algunos lo ve铆an por la calle y le dec铆an 鈥樏璬olo鈥. Fue el robo m谩s importante de la Argentina, porque no se dispar贸 ni un solo tiro y una sola persona se qued贸 con una cifra considerable de dinero, sin lastimar a nadie鈥, dice su ex abogado y amigo, Antonio Ciarro.

Hincha fan谩tico de Col贸n, se lo pod铆a ver en la cancha donde alentaba a su equipo de f煤tbol predilecto con el bronceado que daba se帽al de que su pasi贸n por la pesca segu铆a vigente. Adem谩s participaba de los torneos que organizaba el club de Colastin茅 y recorr铆a el r铆o Paran谩 en lancha.

En unas de sus charlas con su amigo y ex abogado, le confes贸 que estaba arrepentido del robo: 鈥淣i muerto vuelvo a hacer lo que hice. Sufr铆 mucho e hice mucho mal a mi familia鈥.

Ciaurro sostiene hasta hoy que a su ex defendido lo obligaron a cometer el robo: "Estuvo bajo amenaza鈥. La ex fiscal Tessio sigue convencida de que el robo fue voluntario, pero en algo coincide con el defensor: 鈥淔endrich no actu贸 solo. Tuvo socios que nunca aparecieron, y no lo pudimos probar. Quiz谩 reparti贸 el dinero, lo invirti贸 o lo gast贸 en la clandestinidad o en sus abogados鈥.


"Todo esto, seg煤n 茅l, comenz贸 en una pe帽a a la que asist铆a. Ah铆 un grupo de personas lo presionaron y le dijeron: 鈥楾en茅s que hacerlo鈥. Todo empez贸 como un juego que se transform贸 en algo perverso", dijo su abogado
El letrado est谩 convencido de que Fendrich era inocente. 鈥淭odo esto, seg煤n 茅l, comenz贸 en una pe帽a a la que asist铆a. Ah铆 un grupo de personas lo presionaron y le dijeron: 鈥楾en茅s que hacerlo鈥. Todo empez贸 como un juego que se transform贸 en algo perverso. Eran personas comunes y corrientes y alg煤n pol铆tico. Eran cuatro. Pero no voy a decir m谩s que esto. Dej茅moslo ah铆. Uno est谩 muerto. Hasta circul贸 una grabaci贸n que nunca se judicializ贸 y de la cual no puedo dar detalles. Lo cierto es que seguro que se quedaron con el 90% del dinero. Mario dej贸 varias pistas como para dar a entender que 茅l no hab铆a sido. El mensaje, las llaves, los cuatro millones de d贸lares en una saca. Hasta dio una nota televisiva dando mensajes que no puedo decir鈥. Adem谩s dijo que Fendrich no los denunci贸 por temor a que se vengaran de su familia.

Fendrich nunca m谩s pas贸 por la puerta del banco, ese edificio colonial construido en 1891 en la esquina de Tucum谩n y la peatonal San Mart铆n. El ex subtesorero extra帽aba salir a la calle sin ser observado, ir a la cancha sin que lo saludaran o le pidieran aut贸grafos, pasear por una plaza, ir a una pe帽a folcl贸rica o pescar en el r铆o Paran谩 sin que nadie le preguntara d贸nde hab铆a escondido la plata.

Pero lo tranquilizaba no tener que levantarse temprano, afeitarse prolijamente, ponerse el nudo de la corbata y salir de su casa para ir al banco a comportarse 鈥渃omo un aut贸mata que cumpl铆a 贸rdenes鈥. Haber enterrado esa rutina para siempre -una rutina que cada vez lo asfixiaba m谩s- lo aliviaba. Aunque haya sido de la peor manera: convirti茅ndose en un delincuente.

Antes de su final, planeaba volver a Santa Fe para pasar Navidad junto a su familia. Y al otro d铆a ir a pescar al r铆o. En silencio, con una mirada melanc贸lica y tratando de huir de su leyenda.

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