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MEXICO
22-06-2016
Se cumplen 30 años de la mano de Maradona a Inglaterra
2016-06-22-8:12
Se cumplen 30 años de la mano de Maradona que puso de rodillas a Inglaterra
Han pasado treinta años y pasarán treinta más y cincuenta más y cien más, pero los grandes trazos de la sideral gesta maradoniana se mantendrán inmaculados, con YouTube o sin YouTube, puesto que ha sido y será el peso del recuerdo y de la tradición oral el eje supremo del acontecimiento honrado.
Acontecimiento por su carácter extraordinario y por pasmoso, honrado por su exigencia a ser evaluado con el debido respeto y la debida ponderación y asimismo generoso por herencia de significantes.
Pocos sucesos, en la historia del deporte propiamente dicho, han condensado el abanico de lecturas, emociones y moralejas que el consumado el 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca.
Pocos, urge que sea subrayado, más allá de las fronteras de la Argentina, que ya serÃa decir.
Para nosotros (y salvadas las excepciones que cada quien desee puntuar), los nacidos en esta tierra o buenamente asimilados a ella, aquella victoria representó un opÃparo desquite de la desdicha de Wembley 66 y una no menos dichosa tentación de registrarla en las mismas coordenadas que se cuecen las habas de la polÃtica, de la geopolÃtica y de la guerra, una guerra, La Guerra, cuyas heridas aún sangraban y dolÃan con su primigenia crueldad.
¿El deporte y la polÃtica no deben ser mezclados?
¡Por supuesto que no! Pero está visto que pocas cosas han sido y son más mezclables que el deporte y todo lo demás: huelga abundar en pelos y señales.
Pero eso sÃ: en todo caso los goles de Maradona y el triunfo argentino tuvieron un valor simbólico (descomunal, pero simbólico al fin), que no invita a confundir a los gobernantes con los gobernados ni mucho menos a aplaudir a los fascistoides barrabravas argentinos que pretendieron vengar a los caÃdos en Malvinas con riñas de cientos contra cientos de hooligans en las calles de Ciudad de México.
Triunfo simbólico, aquel del que mañana se cumplirán treinta-años-treinta, que fue en rigor literal en el estricto plano futbolÃstico que a la vez representó, según entiende el autor de estas lÃneas, el momento culminante del Mundial 86, interpretado lo culminante como el punto más alto de alguna cosa, su expresión principal y superior, y no ya su mera terminación.
Desde esa perspectiva, ni el decisivo gol de Jorge Burruchaga ni la coronación misma versus el cuco germano gozan de un privilegio capaz de opacar la obra que Maradona pudo y supo con su más genuina mano de Dios, la que anidaba en su botÃn izquierdo y la que con singular artesanÃa moldeó la que el más fantástico relator deportivo de habla hispana, VÃctor Hugo Morales, describió como la jugada de todos los tiempos.
(Tan majestuosa fue la jugada que uno de sus vÃctimas directas, Gary Lineker, estrella de Inglaterra y caballero sin par, llegó a confesar que, in situ, antes que lamentarse se regocijó y pensó "qué golazo hizo este tipo").
Postal, poster, iconografÃa y bronce, el primoroso alarde de desenfado y destrezas de Maradona bien merece poner en segundo orden, por qué no en tercero, la deliberada trampa del primer gol, sospechada de celestial pero más bien un fruto jugoso para discernir alcances y lÃmites de la picardÃa criolla y la picardÃa a secas: lo que a grandes trazos se da en llamar "ética" y desvela a los filósofos del deporte.
Tal vez menos filosófica, acaso providencial, se vuelve la certeza de que el aniversario supone un gigantesco regalo al propio Maradona, en la medida que nos aleja del penoso saltimbanqui verbal y nos acerca, con sincera gratitud y emoción, al único Maradona público que vale la pena: al artista de la pelota número 5 que gambeteó a todos los ingleses y metió el gol.
Telam.com